Hoy nuestra protagonista se había levantado de una manera que normalmente no se había levantado desde hacia mucho tiempo o nunca.
Había tenido el maravilloso y placentero “mañanero” conocido por muchas personas, pero practicado pocas veces en su vida. Soñado por muchas mujeres en el mundo, pero realizado pocas veces en su vida. Normalmente se suele hacer mucho cuando la pareja se esta conociendo, pero con el tiempo de estar juntos, los años, las preocupaciones y el consabido estrés en pareja, pues esos detalles se van perdiendo. Pero hoy era diferente. También era diferente por circunstancias de la vida, Didine tenia nueva pareja. Si, esas cosas pasan
La nueva pareja de Didine no es que fuera más joven y por eso que le diera su merecido sexualmente hablando, no. Incluso era un poco más mayor que ella. ¿Era a lo mejor, el que llevaban poco tiempo conociéndose y acostándose? No, llevaban ya sus buenos meses siendo una pareja. ¿Seria que desde el primer día se lo estaba haciendo lo del “mañanero”? No, como todas las parejas, cuando se empiezan, tiene ardores sexuales y prueban distintas posiciones y posturas. Debian de conocer el cuerpo de la otra persona para saber hasta donde se puede llegar. Entonces, ¿Cual era el motivo por el que su chico en esos momentos, le había despertado con un “mañanero” tan bueno y especial? Pongámonos en situación.
La pareja actual de Didine es Raymonde, un hombre que no es que no fuera un adonis, porque físicamente era como todos los hombres, normal. Pero tenia una cosa que pocos tenían, o no siempre lo demuestran, y es un apetito sexual desbordado. ¿Desbordado? ¿ Por qué? Bueno, Raymonde como todo hombre que le gusta el cuerpo femenino, pues hace sus cositas a su chica, experimenta, para que ella este digamos ¿qué felizmente bien follada? Bueno, como todo hombre que desea, ama y quiere a su chica, se esmera.
Pero hoy, aparte de haber tenido una noche normalita, sus buenos polvitos entre la pareja, que no vamos a detallar porque no somos cotillas y queremos preservar la intimidad de cada pareja de esta historia o cada protagonista, indico que se levanto casi amaneciendo para esas cosas que hacemos los humanos a cierta edad, si, ya sabéis, esas cosas fisiológicas llamadas “sentarse en la taza del váter y lo demás”. Y claro, tenia hambre, y se fue a la cocina a ver que podría hacer, para poder sorprender a su chica con un buen desayuno. Abrió la nevera y vio lo típico, leche, fiambre y comida, pero no estaba pensando en un desayuno potente, sino algo morboso. Algo que hacia tiempo no lo hubiera tenido ella en su vida.
Miro en el frutero, y vio algo suculento, como unos plátanos y unas fresas, y si, las fresas estaban fuera, ya que el día de antes, se les había pasado meterlas en la nevera, pero también vino bien que pasaran la noche fuera del frigorífico, porque así se pusieron más dulces.
Cogió tres plátanos, ya que eran dos personas, y como eran canarios, pues ya sabemos el tamaño que tienen. Y miro las fresas. Si, las fresas. ¿Qué se os puede pasar por la imaginación para sorprender al cuerpo de una mujer y encima con las fresas? Valeeeee, muchas cosas, pero Raymonde lo que pensó fue lo siguiente:
“Si sorprendo a mi chica con un masaje de plátanos y fresas en su cuerpo, aparte de matarme por todo lo que pueda manchar, pero eso sera luego, pensara que estoy loco por hacer esas cosas. Genial. Estoy loco por ella, así que hoy va a despertarse con un sabor mezclado de mí, de Fresas y Plátanos”.
Y lo hizo. Fin.
Jajajaja, nooooo, no voy a ser tan malo de no contarlo, que podría, pero no seria bueno para mi prestigio de contador de historias subidas de tono para mujeres. Esto es lo que hizo Raymonde.
Cogió una bandeja, en la que puso un platito pequeño con 3 plátanos pelados y quitadas todas las hebras que tiene. También puso tres fresas para él y tres para ella, lavadas y sin esa parte de arriba llamada pétalos verdes. Y cogió unas servilletas, por si hacia falta. Se fue al dormitorio a oscuras en donde estaba su amada, tumbada boca abajo y toda estirada y medio abierta de piernas, vamos, durmiendo de lujo como ella solía dormir al lado de su chico. Levantó un poco la persiana para que entrara un poco de luz.
Nuestro protagonista, cogió con una mano, una fresa, y empezó ha dibujar en la espalda de su chica, suavemente un dibujo relajante pero a la vez para estimular sus sentidos, mientras ella estaba durmiendo. Mientras él, con otra mano, iba acariciando los glúteos de ella, para así ir estimulando más el cuerpo de ella. Cuando la fresa llego al principio de su culito, dejo la fresa dentro de los cachetes, para que no se cayera, porque ahí empezaba el juego morboso de Didine Y Raymonde.
Mientras con la misma mano que estaba antes jugando con la fresa, cogió del plato un plátano, y con su otra mano, abrió los cachetes del culito de ella, y posando el plátano, lo dejo entre medias, para que ella, notara en esa parte de su cuerpo, el frío de dicha fruta.
Al notarlo, ella movió su culito, pero entonces él fue directo a la boca de ella, y besándola, le metió una fresa y un trozo de plátano que tenia en su boca, ya que sabia que esa mezcla le gustaría si se la daba en un beso, y tras darle ese manjar mezclado con la saliva de él, en la boca de ella, le dijo que no se moviera, que solo experimentara las sensaciones que recibiría.
Didine estaba todavía dormida, pero hizo caso a la voz de su amado, por lo que siguió igual. Pero ella ya tenia algo en su cuevecita que empezaba a mojarse, de nuevo, después de una noche que no había estado en ningún momento seco, esa zona.
Raymonde tras comprobar que tanto la fresa pegada ahora en la entrada y el plátano tapando la entrada de su culito, no se caerían, con los cachetes del culo de ella, la giro y abriendole las piernas, le toco con sus dedos sus labios, por lo que notó que estaban empezando a mojarse por dentro. Acto seguido, cogió una fresa y se la puso entre los labios de ella. Y con un plátano metido en la boca de él, empezó a darle un másaje entre su botoncito y parte de los cachetes de su culito, lo que estaba cerrado. Ella empezó a gemir, le gustaba lo que le estaba haciendo, por lo que él siguió.
Raymonde, ya estaba más que empalmado, estaba con ganas de darle a ella su ración de plátano de carne, pero quiso ser más perverso, quiso que ella se lo pidiera, como muchas veces había conseguido, por lo que en este momento, cogió el siguiente plátano que estaba sin empezar, y abriendo los labios de ella, fue introduciéndoselo, por lo que casi se lo metió entero en su cuevecita, a lo que ella gimió de placer, ya que le estaba metiendo dentro de ella algo que era más frío que lo que él siempre le metía. Pero además le gustaba esa sensación, por lo que dio varios gemidos, y abrió los ojos, viendo a su amado, hurgando con Fresas y Plátanos entre sus piernas. Lo miro y le dijo:
– ¿Qué haces amor mio?
A lo que Raymonde no le contesto, y siguió con lo que estaba haciendo. Como teníamos un plátano medio empezado, se lo puso en su boca, y le dio un masaje en su botoncito. Ella no paraba de gemir, le estaba gustando, por lo que le pedía que siguiera, que le diera más placer y que le metiera lo que quisiera, que estaba a punto de correrse. Esto a Raymonde le puso más excitado, y entonces hizo lo que nunca había pensado, que fue, meterle dos fresas dentro de su cuevecita, más el plátano que había dentro, y con el resto de fresas, se las puso en sus manos, y aplastándolas contra las tetas de ella, empezó a darle un masaje en ellas.
Didine estaba ya que se agarraba a cualquier sitio de la cama, a las sabanas y a la almohada, por lo que estaba a punto de romper en un éxtasis demencial, pero quería más, por lo que mirándolo a los ojos de él, le dijo:
– Metemelaaaaaaaaaaaaa, méteme la tuya, dentro, quiero sentirla y luego comértela con lo que me has metido. Hazlo yaaaaaaaaaaa que me corroooooooooooooooo.
Y como buen amante, Raymonde le hizo caso. Metió su más que dura y erguida pieza de plátano humano, y empezaron a darse movimientos bestiales, por lo que cada vez que él salia de ella, sacaba un jugo mezclado de las fresas que tenia dentro, del plátano que estaba completamente dentro, de los jugos de ella. La mezcla de texturas dentro de la cuevecita de ella, más la excitación del momento, hizo que él acelerará las embestidas, por lo que ella, ya desinhibida completamente por el placer que le estaba produciendo su chico, llego a hincarle las uñas en la espalda, y gritando como nunca lo había hecho, se corrió, mientras que su amante en ese momento, le decía que estaba a punto de llenarla, pero ella quería ese sabor en su boca, por lo que le dijo que se lo hiciera en su boca.
Cuando sacó su plátano de carne de la cuevecita de ella, la mezcla era de collage culinario, ya que tenia trozos de fresas, mezcladas con el plátano más la corrida de ella, y todo eso se lo llevo a la boca de ella, en donde ella chupo, mamó y saboreo todo, aparte de hacerle con su boca una maravillosa mamada,, y así le lleno la boca con los cuatros sabores del placer. Fresa, Plátano, ella y él. La combinación perfecta.
Una vez que acabaron, Raymonde le dijo que ella había tenido un desayuno especial, pero él todavía no había desayunado, por lo que le obligo a darle lo que ella tenia dentro, es decir. Se puso encima de la cabeza de él, y con las piernas abiertas puso su cuevecita encima de la boca de su chico. Apretó sus músculos de su cuevecita, y empezó a salir ese maravilloso jugo de la cuevecita de su chica.
Cuando acabo de desayunar, le relamió toda la cuevecita, y se abrazaron y se quedaron un ratito dormidos. Ella se despertó, y felizmente, tuvo su mañanero.
Así Didine tuvo uno de los mejores despertares que nunca soñó. Eso si, nada más levantarse se ducharon juntos, y se hicieron un buen lavado interior, hasta que no quedo nada dentro, porque todavía salia un juguillo de la cuevecita de ella, con un sabor dulce a plátano y fresas, jejejeje, pero esto es así, siempre pasa cuando se juega con estas frutas o con cualquier otra.